Chopard: Historia de innovación, artesanía y excelencia artística

Chopard: De los raíles a las alfombras rojas

En 1860, Louis-Ulysse Chopard fundó su taller de relojería a la edad de 24 años. Animado por su padre, un apicultor, había empezado a estudiar horología de niño, mostrando una temprana aptitud para la precisión mecánica.

En lugar de seguir la práctica común de fabricar movimientos para otras marcas, Chopard se propuso crear y vender relojes completos bajo su propio nombre.

Trabajando con componentes de talleres regionales especializados, Chopard ensambló cronómetros de bolsillo esbeltos y fiables, perfeccionando cada mecanismo según sus propios estándares de calidad. Su artesanía pronto obtuvo reconocimiento. Chopard fue nombrado proveedor oficial de los Ferrocarriles Suizos y de la Federación Suiza de Tiro (Tir Fédéral), prueba de la calidad y fiabilidad de su trabajo.

Una historia familiar de precisión

En busca de mercados más amplios, Louis-Ulysse viajó por Europa para exponer sus relojes. Sus diseños atrajeron a la clientela de Escandinavia y del Imperio Ruso, incluido uno de sus mecenas más distinguidos: el zar Nicolás II. Estos primeros éxitos internacionales marcaron el inicio de una perspectiva global que seguiría guiando a la casa durante generaciones.

Tras su muerte en 1915, el hijo de Louis-Ulysse, Paul-Louis Chopard, se hizo cargo del negocio, centrándose en cronómetros precisos y relojes femeninos de estilo elegante. En 1922, trasladó la empresa a La Chaux-de-Fonds, un centro de la relojería suiza, y más tarde a Ginebra en 1937, situando a Chopard más cerca de los mercados internacionales. La siguiente generación, dirigida por Paul-André Chopard a partir de 1943, continuó el legado familiar durante décadas difíciles marcadas por la guerra y la incertidumbre económica.

Sin embargo, a principios de los años sesenta, el futuro de la marca no estaba claro. Paul-André, aunque dedicado a su oficio, luchaba por adaptarse a las exigencias de la empresa moderna. Con sólo un puñado de empleados y sin sucesor, la empresa se enfrentaba a la posibilidad de cerrar. En 1963, comenzó un nuevo capítulo cuando Karl Scheufele III, un joven relojero y joyero de Pforzheim, adquirió la marca.

Diamantes felices, legado duradero

Scheufele, junto con su esposa Karin, aportó una energía renovada a Chopard, manteniendo al mismo tiempo un gran respeto por su legado. Bajo su dirección, la casa comenzó a expandirse más allá de los relojes, introduciendo colecciones de alta joyería que combinaban la precisión suiza con la expresión artística. Mientras Karin dirigía las operaciones en Alemania, Karl se centraba en consolidar la presencia internacional de la marca y cultivar relaciones a largo plazo con socios y coleccionistas por igual.

Durante una visita a Oriente Medio, Scheufele observó el creciente interés por los relojes masculinos engastados con piedras preciosas. Esta observación inspiró el lanzamiento de Happy Diamonds en 1976. Diseñado por el artista Ronald Kurowski, el reloj presentaba diamantes flotantes entre dos cristales de zafiro. Para evitar que las piedras arañaran la superficie, cada diamante estaba envuelto en oro, una solución elegante que preservaba tanto la estética como la funcionalidad.

El diseño ganó la Rosa de Oro de Baden-Baden y rápidamente captó el interés de los coleccionistas. Aunque el original fue creado para hombres, pronto evolucionó hacia un modelo femenino y se convirtió en la base de la primera línea de joyería de Chopard. Karin Scheufele dijo: "Los diamantes son más felices cuando son libres".

En 1985, la hija del matrimonio, Caroline Scheufele, entonces una adolescente, diseñó un colgante con forma de payaso que contenía tres diamantes flotantes en miniatura. Animada por su padre, lo hizo fabricar en secreto en el taller de Chopard.

Esta creación juguetona e imaginativa se convirtió en la primera pieza de joyería oficial de Chopard, ahora un regalo simbólico de padres a hijas. El instinto creativo de Caroline daría forma a la identidad de la casa en las décadas siguientes, cuando asumió el cargo de Directora Artística y Copresidenta.

Del taller al escenario mundial

A medida que la marca se desarrollaba, estableció estrechos vínculos con los mundos del cine y el automovilismo, industrias en las que se entrecruzan el diseño, la precisión y la emoción. Desde 1988, Chopard colabora con la Mille Miglia, el histórico rally automovilístico italiano que recorre una ruta panorámica de Brescia a Roma y viceversa.

Karl-Friedrich Scheufele, Copresidente de Chopard, participa cada año en la carrera, a menudo conduciendo uno de sus coches de época. Cada edición del rally está marcada por el lanzamiento de un reloj especial Mille Miglia, inspirado en el diseño automovilístico clásico y diseñado teniendo en cuenta el legado de las carreras.

En 1998, Chopard se unió al Festival de Cine de Cannes como socio oficial, asumiendo la función de elaborar la Palma de Oro, el máximo galardón del festival. Esta colaboración también marcó la creciente presencia de la maison en la alfombra roja. Desde entonces, la alta joyería de Chopard ha adornado a numerosas actrices de primera fila, y cada una de sus piezas combina la maestría técnica con la elegancia visual.

Estas creaciones únicas, a menudo presentadas en Cannes, reflejan no sólo el lenguaje de diseño de la marca, sino también la precisión y la habilidad de sus artesanos, cuyo trabajo aúna la artesanía fina y la narrativa contemporánea.

Crear lujo, impulsar el cambio

Sin embargo, la reputación de Chopard se basa en algo más que el diseño y la artesanía. La marca ha asumido un papel pionero en el lujo sostenible. Se ha comprometido a utilizar oro y piedras preciosas de origen responsable, estableciendo nuevos puntos de referencia para las prácticas éticas dentro de la industria de la relojería y la joyería.

En 2013, Chopard lanzó "The Journey to Sustainable Luxury", un compromiso a largo plazo con el oro trazable, de extracción justa y abastecimiento responsable. En colaboración con organizaciones como la Alianza para la Minería Responsable, la casa ha introducido la transparencia y la rendición de cuentas en una industria definida durante mucho tiempo por la opacidad.

Este enfoque refleja una visión más amplia: que el lujo no sólo debe representar refinamiento y rareza, sino también cuidado de las personas y el planeta. Las iniciativas de Chopard han inspirado a otros miembros de la industria a seguir su ejemplo, reforzando la posición de la maison no sólo como fuerza creativa, sino también como líder en innovación responsable.