Saints Hills: Más que una bodega
La bodega Saints Hills, en la península croata de Pelješac, es famosa por sus vinos y por su posición, que le atraerá con su encantador ambiente provenzal y sus delicias gastronómicas.
La región de cuento de hadas de Oskorušno, un pequeño pueblo de la península de Pelješac, en Croacia, cuyo ambiente recuerda a las regiones más bellas de Francia, es el hogar de la bodega Saints Hills.
La bodega, con 2.000 metros cuadrados de espacios interiores -tienda de vinos, sala de catas, restaurante y la magnífica mansión construida en 1880- con vistas a los viñedos, es de lo más moderno que hay, orientada a variedades locales como la plavac mali, cultivada en las regiones de Komarna y Dingač. Este lugar, una auténtica joya arquitectónica, recibe huéspedes todo el año y exporta la mayor parte de su producción anual a Alemania, Suiza y el Reino Unido.
Nuestro amable anfitrión nos contó que los compradores ingleses prefieren su marca Roko, y que muchos de los mejores chefs que trabajan en el Reino Unido, como Daniel Bouloud y Wolfgang Puck, se han aficionado a los vinos de la península. La bodega se atribuye el mérito de esa tendencia. Lo que puede favorecer a la bodega es la indiscutible calidad de su producto, ya que Saints Hills cultiva las uvas sin ningún producto químico, salvo azufre y cobre. En Saints Hills no tienen secretos sobre el proceso de elaboración del vino.
La sala de barricas es donde empieza todo, con las bayas separadas de los tallos y clasificadas, colocadas en barricas para la fermentación, prensadas y fermentadas de nuevo. La bodega utiliza barricas de roble más grandes y más pequeñas, así como depósitos de hormigón, que se emplean para las uvas de la localidad de Komarna. La variedad Komarna Roko madura de nueve a doce meses en barricas pequeñas, según el año, y la dingač madura durante 24 meses.
El vino se mezcla dos veces al año, y de una cosecha se obtienen entre ochenta y noventa muestras. Todos los vinos se pueden degustar solos o como parte de la oferta gastronómica de la bodega. Nos sorprendió gratamente la "sala de catas secreta" de la bodega, para clientes de incógnito, pero sea cual sea su perfil, Saints Hills tendrá algo para su paladar.
Todos los ingredientes son frescos y locales, cultivan su propio huerto de verduras y especias. La comida que sirven aporta una nueva perspectiva a los vinos, y todo junto constituye un festín para las papilas gustativas de los huéspedes. Saints Hills es una visita obligada para todos los verdaderos amantes del vino y epicúreos, y aunque es atractivo todo el año, le sugerimos que visite sus colinas durante el verano, cuando es fácilmente accesible en yate de lujo, con opciones de amarre en Trpanj y Orebić.
Fotos Mario Jelavić